Mi primer maratón: deja vu


Sevilla 2009 ha supuesto mi estreno como maratoniana, resultando una experiencia enormemente enriquecedora. Todo parecía muy familiar, nada ajeno, y es que de algo me ha servido haber seguido el recorrido en bici en diez de los ultimos doce años: conocía la euforia del inicio, los kilómetros críticos, las caras de expresión contrariada, el momento en que proliferan los espíritus andantes...He acompañado en muchos planes fracasados y en memorables logros. Aunque todo ese conocimiento ha sido muy útil, nada es igual a su vivencia.
Lo peor ha resultado ser la incertidumbre previa: había comenzado a correr con regularidad desde septiembre y en las últimas seis semanas -primero por un resfriado y luego por las consecuencias de una caída en motocicleta- no había conseguido más que hilar tres rodajes largos en los ultimos domingos y dos breves salidas de 30 minutos. Siendo realista,me había olvidado de objetivos de tiempo y tenía que asimilar que lo normal sería no poder completar la carrera, pues el viernes, a dos días vista del maratón, mi tobillo tenía muy mala pinta.
No he debido de ser gran compañía en las horas previas a causa de la nube que rodeaba mi cerebro, pero aún así disfruté de la convivencia de nuestra expedición "team Melgar": Antonio, Diego y el infalible Paco. Buenos momentos compartidos, muchos números y las horas que volaban hasta el momento de la salida. Paco nos guió a Diego y a mí en el ritual previo al inicio dentro del estadio, anticipándonos lo que nos esperaba al llegar. Fueron para mí los momentos más cargados de angustia: sentía gran emoción y miedo franco (de verdad que hace años que no tenía conciencia de estar sintiendo miedo). Me vi enseguida corriendo los primeros kilómetros,intentando llevar un ritmo fácil que apenas me despegara el pulso.
Km3.:uno de los corredores de cabeza, al pasar de vuelta en el pimer tramo,para a vomitar; me recuerda a Libo: negro, pequeñito y delgado. Km4: me sobrepasa el globo de las cuatro horas al detenerme un momento para aflojarme los cordones,y me asalta la ilusión de adelantarlo. Me mantengo prudente hasta ver cómo "furulo" hasta el km.16, que para mí en las medias maratones suele ser más largo que los demás, manteniéndome a raya en no más de 150 ppm pase lo que pase. En el km.15 mi tobillo pasa de ser una presencia consciente a una molestia. Voy muy pendiente de no pisar con el pie derecho ninguna grieta del asfalto, ninguna botella o tapón en los avituallamientos...cualquier tropiezo que, de ocurrir, supondría mi retirada segura. Hasta la media me entretengo observando una parte del recorrido nuevo para mí, ya que suelo saltármelo al seguir la carrera con la bici. Paso la media en dos horas. Hasta entonces he ido con el globo o a menos de 50 metros tras él, pero antes de llegar al km.25 me doy cuenta de que para seguirlo he de aumentar 4 pulsaciones y decido que aunque vaya más lenta, no debo caer en la tentación de apurar.Aprendizaje vicariante= aprender de lo que les ocurre a los demás: Sé, por experiencia ajena, que después de 10 kms forzando un poquito llega el tío del mazo en el 35. Me duele el tobillo, y mucho, durante unos eternos segundos. Hacia el km 30 accedo a subir dos pulsaciones para no ir arrastrándome, pero es que mis piernas no dan para más. Ya no me duele el tobillo, porque me duele todo y eso relativiza las sensaciones anteriores. Ahora no reparo en lo que me duele,sino en qué bien llevo el tobillo izquierdo o las rodillas. Comienza la batalla psicológica. Pacto conmigo misma que vamos a rechequear la situación en el 32, donde tanto hablan del muro. Antes de eso me llevo una pastilla de sales y glucosa a la boca y visualizo cómo sus moleculas llegan a mis músculos y los reponen. Me convenzo de que con 20 gr de hidratos de carbono tengo gasolina para 30 minutos, es decir, hasta el km.37. Antes de eso, pienso que Paco debe de estar llegando a meta o cuando menos al estadio, concentro mis buenas energías en él. Hacia el km 35 veo unos metros más adelante una camiseta del team Melgar. En un primer instante me parece que por el cabello tan corto es Antonio y me da tiempo a pensar que es una gran tragedia y a la vez me parece raro que de ser Antonio no estuviera fuera de la carrera dando patadas a algo, y en ese mismo instante caigo en la cuenta de que se trata de Diego y noto su acusada cojera. Deseo que no se haya lesionado como para tener que parar y pienso que me haría una gran ilusión ir juntos hasta la meta. Cuando paso a su lado pongo mi mano en su espalda y me gustaría impulsarle como el viento a una vela, pero sólo me sale un soplo en forma de frase que espero sepa interpretar: el triunfo es sobrevivir. Me siento mal por sentirme mejor a partir de superar a Diego, pero pongo fín a la batalla psicológica. No voy a pararme salvo contractura paralizante y si en el 38 no he pinchado, me voy a olvidar del pulso. Al llegar al parque del Alamillo rememoro mis buenas sensaciones en un duatlon olímpico que corrí allí dos o tres años atrás. Voy adelantando cadáveres andantes. Me encuentro a nuestro reportero-Manolo Portero y reniego de él por no haberme dado cobertura gráfica hasta entonces; me da las buenas noticias del objetivo cumplido de Antonio y Paco y ya no me duele nada. Sólo corro. Luego comprobé que me quedaba reserva para subir hasta mi pulso máximo mientras entraba en el túnel agradeciendo a Paco no haberme propuesto jamás correr la maratón y haberme brindado todos los consejos e infinita paciencia cuando yo decidí correrla. Me di un "autoabrazo": este cuerpecito mío, que aguanta todo lo que le echen,lo merecía. Oí gritar mi nombre desde la grada y se me salía la sonrisa de la cara mientras pronunciaba mi mantra: Gracias. Gracias infinitas a la vida por cada instante. Mi medalla fueron los brazos de Paco al rodearme feliz,la satisfacción de ver a Antonio radiante por su logro,y el momento de nostalgia fue para desear que ojalá hubiera sido completo: que Diego no hubiera sufrido tanto y que Manolo hubiera estado al otro lado de la cámara.
Pero eso, y bajar de cuatro horas (apuesten 3:50 por mí), lo dejamos para el próximo año. Nos quedan pues muchos meses para rememorar lo sucedido, reirnos hasta la lágrima de los momentos tragicómicos y compartir este otro Viaje en el que el camino es la meta. Saludos y gracias a todos los que se alegran por mí.
Rosa Sánchez Ramiro

Fotos: Km.30 km.41.8
Estadio1 2 3 4 Otra

2 comentarios:

  1. Hola! ¿que te voy a decir?. Creo que con esta Maratón has recuperado una de las dos vidas que perdistes. Besos

    ResponderEliminar
  2. Preciosa crónica. Ahora que tan cerca estoy de mi primera participación en una maratón -y si me respetan las lesiones- espero poder vivirla con esa intensidad que has conseguido transmitir en tu redacción. Me he metide de lleno en la carrera y casi me veo cruzando la meta. Gracias por la crónica.

    Arturo Reque

    ResponderEliminar